viernes, 3 de junio de 2016

RESEÑA DEL BARRIO VILLAS DE SAN IGNACIO

Aunque tener casa propia es una tranquilidad, los beneficiados con las construcciones de Ingresar que hacen parte del proyecto Villas de San Ignacio, ubicado en la vía Chimita Café Madrid, no la tienen del todo. La inseguridad, el peligro de sus vías cercanas, daños en sus viviendas, entre otros inconvenientes, los tienen a la espera de atención por parte de la Alcaldía de Bucaramanga.
La anterior administración municipal, el Ministerio de Ambiente y Vivienda y el Fondo Nacional de Regalías crearon este programa en el que se invirtieron más de cincuenta mil millones de pesos, como solución de vivienda para los cerca de cinco mil damnificados de la ola invernal de 2005.
202 casas de fachada amarilla y techo azul, una valla con el nombre del proyecto y el número de construcciones, así es la entrada de este barrio, allí se conoce quién está de visitante y quién no, es inevitable sentir las miradas curiosas de los residentes. El ambiente que se vive durante el día es tranquilo; sin embargo, cuando comienza la noche, la inseguridad los obliga a permanecer en su hogar.
Cada vivienda está avaluada en cerca de 18 millones de pesos, su área es de apenas 35,5 metros cuadrados, consta de dos pisos, sala-comedor, cocina, patio, una habitación y un baño; viven en una aparente comodidad, pero la mayoría de familias que tienen más de cinco hijos no opinan lo mismo y argumentan que no tienen dinero para ampliarla.
Gran parte de los residentes del sector no cuentan con empleo estable y en ocasiones, no les alcanza para pagar los servicios; como es el caso de Virgilio Suárez, quien vive con su esposa y seis hijos. La incomodidad es más notoria en el momento de dormir todos en una habitación, sobre todo ahora que mi esposa dio a la luz; no tengo dinero para ampliar la casa, ni siquiera tengo trabajo para acceder a un crédito, sostiene.
La falta de empleo lo ha llevado a buscar múltiples maneras de conseguir dinero para subsistir, desde ser obrero de construcción hasta reemplazar el pequeño espacio que tiene como sala por una tienda, sin embargo, de un moderado surtido solo le quedan unas cuantas libras de arroz, sal y unos chorizos que adornan casi la puerta de entrada, debido a que sus vecinos se encuentran en la misma situación, y le piden el favor que les fíen pero no sabe cuándo le pagaron.
Esta primera parte de Ingresar está ubicada cerca a la vía a la Costa Atlántica, lo que hace habitual el paso de carros de carga pesada; situación que se convirtió muy incómoda para los residentes por el ruido durante el día y la noche. Dicen que esta vía va a quedar doble carril, entonces los camiones pasaron más cerca de la casa y a los niños corren peligro cada vez que salen a jugar porque no contamos con zonas verdes, comenta Rocío Sandoval, beneficiada.
Además del ruido, la vía representa preocupación para los padres de familia por ser paso obligatorio cuando sus hijos van al colegio, que en la mayoría de casos deben hacerlo solos, ya que no los pueden acompañar. Es peligroso porque los camiones pasan a alta velocidad y debemos cruzar con mucho cuidado; algunas calles no están pavimentadas, hacen falta puentes peatonales, agrega la niña Diana Flórez, habitante del sector.

Isley Rincón, directora del Instituto de Vivienda de Interés Social y Reforma Urbana de Bucaramanga Enviaba, reconoce estos inconvenientes para los beneficiarios; sin embargo, argumenta: nuestro trabajo es entregar las casas en la condiciones que se prometieron. En los lotes de Bavaria 1 y Bavaria 2 si hubo la posibilidad de crear zonas deportivas, pero eso le compete al Gobierno Municipal, allá se hablaría de otra gestión.
Como si fuera poco, algunas casas ya han presentado goteras. Cuando llueve, hay tejas que se levantan y no es normal que tengamos esos problemas en tan poco tiempo de recibir la vivienda, explica Jesús Rodríguez y agrega que otras construcciones presentan grietas por lo que han tenido que buscar la manera de evitarlas.
Cuando les entregaron las casas solo estaban pintadas las fachadas y su interior en obra negra, gran número aún permanece igual. Por falta de recursos, Virgilio se quedó en el intento de construir otra habitación para su familia y ahora en su patio solo está la arena y algunos implementos de trabajo; allí también permanece una moto de juguete que, para evitar riesgos, sus hijos prefieren no utilizar.
La ubicación de Villas de San Ignacio, la similitud de sus casas, el terreno en el que están construidas le dan características de barrio, pese a esto, es notoria la ausencia de la Junta de Acción Comunal para que se apropie de las necesidades del sector; como por ejemplo, además de las anteriores, un centro médico, un CAI y zonas deportivas cercanas.


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